11 enero, 2022

José de Goicoa y Barcáiztegui

José de Goicoa y Barcáiztegui

(San Sebastián, 1844-1911)

 

Este arquitecto vasco cursó la carrera de arquitectura en Madrid entre 1862 y 1869. Enseguida, en 1870 se instaló en su ciudad natal, y desde entonces hasta su jubilación en 1909, su actividad profesional estuvo vinculada con el desarrollo urbanístico donostiarra, durante unos años clave en los que la ciudad medieval rompe sus murallas, se extiende y experimenta un extraordinario desarrollo.

Su carrera se centra en torno al ayuntamiento de San Sebastián. Al terminar la carrera fue nombrado ayudante del entonces arquitecto municipal Nemesio Berriocanal, puesto que ocupó en 1897 al fallecer el titular y en el que permaneció hasta 1909. Por eso, el urbanismo de  la ciudad recibió una gran influencia de sus planteamientos, por medio de su participación en los planes de los ensanches de Gros y Amara (1881 y 1890-91), el diseño del Paseo de la Concha, y otros muchos proyectos quisieron hacer de San Sebastián una ciudad turística, cultural y de servicios (participó en la sociedad José Arana y Cía, promotora de empresas dedicadas al sector turístico), frente a la ciudad más determinada por lo industrial y más racional y rigurosa propuesta por Ramón Cortázar [enlace a Ensanche de Cortázar]. De hecho, Goicoa participó en la reordenación de la segunda parte del Ensanche de Cortázar, correspondiente a la zona del Buen Pastor, en 1886.

En sus numerosos proyectos desarrolló un estilo ecléctico historicista acorde con su tiempo, estilo aprendido por sus contactos con Francia y su formación en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid con el marqués de Cubas y sus discípulos.

Su historicismo queda definido por la función a la que se destinan sus obras, y así, utiliza el medievalismo neogótico o neorrománico para edificios religiosos, como las iglesias donostiarras de San Sebastián (1888) y San Ignacio (1892) y de entidades bancarias, como la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de San Sebastián (1889); un neoclasicismo funcional en las viviendas urbanas y los edificios oficiales, y un barroquismo efectista para obras singulares como el palacio de la Diputación de Guipúzcoa (proyecto global de 1878) o los obeliscos del puente de María Cristina (1903). Tampoco fue ajeno a la arquitectura de los nuevos materiales que venía imponiéndose desde Francia al utilizar el hierro y el cristal en la construcción del mercado de San Martín (1882). Y una muestra precisamente de su eclecticismo es su participación en el Palacio de Miramar, siguiendo el proyecto original de Ralph Selden Wornum.

El proyecto de viviendas para la calle Txurruka 4, 6 y 8, de 1883, supone un ejemplo muy representativo de la versatilidad de este arquitecto, al que también, como hemos visto, se deben proyectos de gran empaque y representatividad. En este caso, dada la tipología de vivienda enclavada en el ensanche diseñado por Cortázar pocos años antes, opta por la sencillez y utilitarismo, la uniformidad que se buscaban como fines principales de la normativa que regía esta fase del crecimiento urbano, en la que la limpieza, el orden, la salubridad y el acceso a una vivienda cómoda eran los fines principales. Este estilo se ha llamado a veces neoclásico isabelino, tardío en el caso de Goicoa. La decoración se reduce a utilizar sillar en la planta baja, simples recercados en los huecos y una rejería sencilla.